lunes, 28 de marzo de 2011

Las primas escritoras

Así como en algún momento publicamos las fotos y los cuadros de Lalo, José, Cecilia, Ramiro, hoy queremos agregar los escritos de dos "lindas" -si se me permite- que vuelcan en el papel sus inquietudes y expectativas en forma literaria.

Son Macarena Cuenca (Maca) y María Ximena Peralta (Marixi/Maruxa), pero se que hay otros primos/as que también escriben y sería bueno que se animen alguna vez a compartir como hicieron las chicas: Maca en Facebook y Marixi en el blog de homenaje a Marcelo. Gracias por compartir!

…bajo metros de la superficie. de Macarena Cuenca, el Martes, 22 de marzo de 2011 a las 0:52


El sol le pegaba en la coronilla de lleno. Abría los ojos tratando de absorber todo el calor necesario, se desperezaba llevando los brazos hacia arriba, los bajaba estirados, hasta la altura de los hombros, extendía los dedos de la mano que chocaban a diestra y siniestra con ladrillos, sentado como estaba, alargaba las piernas que tropezaban con otros ladrillos. Se paraba y empezaba a dar vueltas y vueltas y más vueltas, se mareaba, hasta sentir que el estómago se le estrangulaba. Frenaba y se reía, a carcajadas, imaginaba que la voz subía infinitamente y traspasaba el sol, se reprimía cuando su garganta quedaba al rojo vivo. Agotado por el esfuerzo, se dejaba caer al suelo húmedo de tierra y se inspeccionaba. Primero los dedos de los pies, después las piernas, así hasta el pecho, pasando por el largo de los brazos, contaba cuantos nuevos brotes surgían de su piel, medía el tamaño de los que ya estaban, no se acordaba cuando los vio por primera vez, creía que hacía mucho, como cinco mil soles y cuatrocientas lluvias. Todo su cuerpo estaba repleto de plantas y verdines, se creía árbol, se sentía dichoso porque no recordaba ninguno que tuviera la gracia de pararse, dar vueltas y chillar como él. Se alimentaba de la tierra, comía sus propios retoños, que arrancaba con delicadeza de su piel cuando al menos tenían el largo de su dedo meñique. Le satisfacía sentir la espalda contra el muro, era como un colchón de hojas en otoño. Pensaba en esta época y se reía en silencio, acompañado del movimiento espasmódico de hombros, porque tenía miedo de que, alguien, algún árbol, se diera cuenta de su descaro. Porque la idea de no perder ni una sola hoja, lo hacía importante, perenne, de esa manera se burlaba de ellos, que ni siquiera podían sacar sus raíces de la tierra. Después, bajaba la cabeza y en cuatro patas, buscaba en la tierra. Escarbaba, para encontrar lombrices, no le gustaban los bichitos negros, porque ya uno le había picado la lengua y en cuanto divisaba alguno, lo mataba, sintiéndose ajusticiado por su naturaleza de árbol frente a escarabajo. Así, él, árbol, pasa un tiempo definido por la lumbre del sol. Hoy el sol le pega en la coronilla de lleno. Abre los ojos, trata de absorber todo el calor necesario, se despereza llevando los brazos hacia arriba, los baja estirados, hasta la altura de los hombros, extiende los dedos de la mano pero no puede, sentado como está, alarga las piernas que tropiezan con ladrillos. Se para y siente como sus pies se hunden en la tierra hasta la altura de la rodilla, grita y ningún sonido emana de sus cuerdas vocales, en cambio, de sus ojos brotan perlas de sal, que cubren su cuerpo entero convirtiéndolo en corteza. Ya árbol moría el niño dentro del aljibe, veinte años, pasados, bajo metros de la superficie.


Durar, transitar, merecer, vivir (cuento corto) de Maruxa Laloka, el Domingo, 20 de marzo de 2011 a las 21:06


Durante días estuve tarareando y pensando, casi obsesionada, con una canción de las que solemos decir "clásicos". Es una canción tan emotiva, tan significativa, tan determinante para el camino en tránsito, que se erizan los vellos de mi cuerpo y llorar automáticamente. Por esos vericuetos de la vida, a mitad de la semana, me conecto la radio del celular en los oídos, subo al bondi, saco mi boleto, y la locutora dice: "tomemos un minuto de respiro... pensemos, meditemos, hagamos una pausa de conexión con nuestro interior. Les regalo tres minutos de calma, y si quieren, luego, llamen y comente qué les sucedió". Y en ese instante, comienza a sonar el tema que tanto rondaba mi cabeza, el cual ya era un foco fijo: "Honrar la vida" de la gran Eladia Blázquez. La piel se entumeció, mis sentidos quedaron atrapados íntegramente en esa música y en esa letra, y ya nada había a mí alrededor. De casualidad, logré sentarme -arte difícil en viaje de hora pico dentro de esta ciudad- y mi concentración se agudizó. Fueron los tres minutos más significativos de ese día... Pensé en tantas personas, en tantos caminos, en tantas enfermedades y miedos que nos atormentan, que mi alma fue como si se hubiera volcado al servicio de humanidad completa. Durante ese lapsus, mi esencia se dio en voluntariado a todo el mundo, a todas las ideas de conservación y evolución, a todas las convicciones sanas y perennes. Por sólo tres minutos, dejé de ser "yo" para convertirme en "todos y cada uno de ustedes". Entre las personas que pensé, estuvieron aquellas que me dejaron sin poder despedirnos, y también en las cosas / objetos que tuve y no tuve oportunidad de decir adiós; y allí mis lágrimas emanaron como un río que está apañado por una tormenta fuerte, donde ya no se sabe cuál es quien, y se desmadra del caudal. Lloré mucho, sin importarme la gente a mi lado. Lloré con comienzo y fin pero dentro del llanto, en mi mente las razones que se cruzaban ninguna ya conformaba tal angustia... y ahora me daba cuenta que mi llanto era inmanejable. Mil pensamientos a la vez tenía, razón tras motivo pasaban como en una pizarra, y a todas decía "no". El no que me decía por dentro, era que ninguna la sentía tan profunda como para justificar tal angustia. Y ahí lo comprendí, no soy más que emociones y angustias en este cuerpo; y si mi mente domina en aspectos negativos, es porque mis filtros de gradualidad de hechos reales y pensamientos ensimismados ya no accionan con cotidianeidad. O por lo menos, mis filtros están tan dañados, que encontrar las herramientas para repararlos o para conformar nuevos se hacen cada vez más inaccesibles. La canción culmina, y la locutora habla: "Espero que a ustedes les haya provocado algo de lo que nos sucedió aquí... (suspira) sin palabras. Pura emoción; vamos al corte y volvemos con más programa. Llamen!". En eso veo por la ventanilla, y ya estoy a seis paradas de bajarme. Voy preparando mis cosas, guardo el tejido que voy practicando, me maquillo rápido, y en cuanto vuelvo a ojear afuera, ya debo tocar el timbre y descender. Camino, voy llegando a mi trabajo. El día recién comienza, y yo ya me siento exhausta por todo lo vivido. Tengo mucho sueño y cansancio, debido a que la noche no fue buena. No quedan muchas alternativas: o trabajar y pasar el día, o volver sobre mis pasos y enrollarme como bicho bolita, sin querer enfrentarme. Se hicieron las 17:30hs, al fin, me voy a casa a disfrutar de lo que queda del día... a honrar mi vida desde mi pequeño espacio, con mi hijo y mi marido. Llorando en el regreso en bondi recordando lo vivido, pero también empiezo a hacerlo de felicidad cuando consciente vivo el presente que conformé. Abro la puerta, unas risas me esperan. "Sin palabras", yo también lo digo.

1 comentario:

flaco dijo...

Excelentes:Con respecto a Marixi, hace unos años,cuando empezó a escribir no supe apreciar ni valorar sus dotes creativas literarias, creo que a medida que pasa el tiempo mi arrepentimiento y mi asombro por la calidad de sus cuentos (que son muchos) hace que los disfrute mucho más.
Con Maca la cosa es distinta, ya que sabía de sus dotes actorales pero no de su inclinación a la escritura.Fue Marixi quién me lo advirtió y me aconsejó leerla.
Creo que tiene una imaginación muy frondosa y que sabe trasmitirla y hace que estimulemos nuestras neuronas y disfrutemos de a poco su cuento. A las dos realmente las felicito y envidio la calidad de trasmitir en palabras lo que sienten, y también me gustaría que no dejaran la pluma ya que tienen ese algo distintivo y creativo original que las distinguen.Amén