martes, 27 de enero de 2009

Poesía

Hoy que como efemérides es el aniversario del nacimiento de W.A. Mozart -en Salsburgo el 27 de enero de 1756- y, como hace unos días recibimos una muy conmovedora poesía, me acordé que venía con música de este autor (y acompaña también a esta nota).

La reflexión además apunta -y recordando su biografía- a que todos sufrimos en alguna etapa de nuestras vidas a "Salieris", con los que tuvimos que aprender a convivir y a tratar de superarlos en estrategias. Así le pasó a Wolfang Amadeus y asímismo consta en una canción que no es sólo para Charly sino para todos en general: "Los Salieris de Charly" (de L.Gieco).

Creo que les gustará que conservemos las estrofas de la poesía en este espacio cibernético.
("Esta poesía me llegó muy profundamente por eso quiero compartirla. Mercedes")


Cuando yo me vaya, no quiero que llores,
quédate en silencio sin decir palabras,
y vive recuerdos, reconforta el alma.

Cuando yo me duerma, respeta mi sueño
por algo me duermo, por algo me he ido.

Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada
y casi en el aire con paso muy fino
búscame en mi casa,
búscame en mis cartas,
entre los papeles que he escrito apurado.

Ponte mis camisas, mis sweaters, mi saco,
y puedes usar todos mis zapatos.

Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama,
cuando haga frío, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate
y beberte el vino que dejé guardado.

Escucha ese tema que a mí me gustaba,
usa mi perfume y riega mis plantas.

Si tapan mi cuerpo no me tengas lástima
corre hacia el espacio, libera tu alma,
palpa la poesía, la música, el canto
y deja que el viento juegue con tu cara,
besa bien la tierra, toma todo el agua,
y aprende el idioma vivo de los pájaros.
Si me extrañas mucho, disimula el acto.
Búscame en los niños, el café, la radio,
y en el sitio ése donde me ocultaba.

No pronuncies nunca la palabra muerte.
A veces es más triste vivir olvidado
que morir mil veces y ser recordado.
Cuando yo me duerma,
no me lleves flores a una tumba amarga,
grita con la fuerza de toda tu entraña
que el mundo está vivo y sigue su marcha.

La llama encendida no se va a apagar
por el simple hecho de que no esté más.
Los hombres que viven no se mueren nunca,
se duermen a ratos, de a ratos pequeños
y el sueño infinito es solo una excusa.

Cuando yo me vaya extiende tu mano
y estarás conmigo sellada en contacto
y aunque no me veas y aunque no me palpes
sabrás que por siempre estaré a tu lado.

Entonces un día, sonriente y vibrante
sabrás que volví para no marcharme.

Autor desconocido.

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